Habíamos
quedado en el cine. Yo llegué antes. los ví llegar pero no
me dejé ver, prefería observar. su mujer era imponente:una
chica morena escultural, con unas tetas impresionantes que se marcaban
incitantes bajo el vestido corto. El contoneo de sus caderas hacía
bailar el vuelo de la faldita mostrando unos muslos preciosos silueteados
por unas medias negras. Cuando se sentaron, el cine estaba vacío,
aparecí como si fuera un viejo amigo de él ( así habíamos
quedado) Me senté al lado de ella. Mis ojos se iban hacia sus piernas,
pero intentaba disimular. Empezó la película. Yo estaba nervioso
porque no sabía si él iba a cumplir lo que me había
contado. Al cabo de un rato, en la oscuridad ví como la falda del
vestido de ella se subía muy despacio. El estaba tirando suavemente
de ella. Rosa, su mujer, le susurraba que estara quieto, pero yo notaba
en su voz un tono entre el reproche y la excitación. El le susurró
algo al oído y ella dejó de frenarle su mano.En un momento
su vestido descubría sus muslos casi por completo. Estaba buenísima.
Deseaba como nada en el mundo que el vestido subiera un poco más
hasta descubrir sus braguitas. De repente ví como su mano le levantaba
la falda de una forma descarada. Ví las braguitas de ella resplandecer
bajo la oscura transparencia de sus medias.
Ella se incorporó
ligeramente y metiéndose las manos bajo el vestido se bajó
las medias hasta mitad de muslo y se volvió a sentar. Le miré
a él que se estaba masturbando en la oscuridad. Esta vez fuí
yo el que le subió la falda otra vez hasta desnudarla hasta la cintura.
Sus bragas rosas se ajustaban con su tela brillante a su sexo. Llevé
una mano hacia él. Ella separó un poco las piernas. Le pasé
la mano por toda la entrepierna. Se notaba su humedad aún por encima
de las bragas. Su pecho se agitaba por la respiración bajo se vestido.
Me apretó la mano contra su sexo haciendo que la suave tela de sus
braguitas se entremetiera en su raja. De repente apartó mi mano
y se incorporó ligeramente, coloc ndose otra vez los pantys. Pensé
que todo había acabado. Ella se levantó saliendo de la sala.
El me hizo un gesto indic ndome que la siguiera. Me levanté y salí.
Fuí hacia los servicios. Ella estaba en la entrada. Ante mi asombro
entró en el baño de tíos. Abrí la puerta y
ví que había un tío meando en un urinario. Cuando
se dió la vuelta sus ojos casi se salen de las órbitas viendo
a Rosa imponente, con el vestido que desnudaban sus piernas de impresión
, mir ndole fijamente el sexo flácido que no le había dado
tiempo a guardar del todo en su pantalón. Ella sonrió y sin
dejar de mirarlo comenzó a bajarse los tirantes del vestido, desnudando
unos pechos redondos y rotundos cubiertos por un sujetador rosa a juego
con las bragas que me había mostrado antes. Pude ver como la polla
del tío se iba tensando cada vez m s sin que éste pudiera
apartar la mirada de ella. Rosa se dirigió a uno de los compartimentos.
Sin cerrar la puerta y con la mirada fija en el otro tío se levantó
el vestido y metiéndose una mano bajo las medias y las bragas comenzó
a masturbarse. Se sentó encima de una taza sin dejar de tocarse.
El otro tío se acercó y poniéndole la polla ante la
cara comenzó a pajearse con furia. Era increíble pero parecía
que ella emanaba una fuerza tal que lo tenía hipnotizado y hacía
exactamente lo que ella deseaba. Me miró intensamente, mordíendose
el labio inferior, haciendo que casi me derritiera. Me acerqué,
y con dificultad entré en el compartimento con ellos. Ella susurró
que cerrara la puerta mientras sus manos se dirigieron a su espalda para
desabrochar el sostén. Sus tetas dieron la impresión de crecer.
Tenía unos pezones oscuros y pequeños, erizados, que acaricié
con suavidad mientras ella me decía : sácate la polla. Lo
hice. Estaba empalmado como nunca, pegado al tío, con nuestras pollas
apuntando a su carita excitada. Nos las cogió con las manos pegándolas
una contra la
otra, frotandonos
los glandes. El tenía una polla pequeña pero gruesa, con
un capullo más gordo todavía Sentía su tacto caliente
y viscoso por su exitación contra mi pene sensibilizado al m ximo,
mientras veía los pechos de ella bambolearse. Acercó su lengua
y empezó a lamernos los capullos humedeciéndonos con su saliva.
Unió todo lo que pudo nuestras dos pollas y se las metió
lo que pudo en la boca. El otro tío no pudo aguantar y se tensó
como para correrse. Entonces ella me retiró un poco y se metió
la polla en la boca, chupando con intensidad mientras volvía a masturbarse
por debajo de la ropa. Yo empecé a tocar sus pechos mientras llevé
una mano hacia la polla de él tom ndola y paje ndole mientras ella
succionaba el capullo. El gimió y empezó a correrse. Pude
ver como el semen caliente resbalaba por la comisura de los rojos labios
de ella. Cuando empezó a ablandarse le apartó y tomó
mi pene introduciéndoselo en la boca. Sentí que no había
tragado la leche del otro y que mi pene se hundía en un magma cálido
y sexual. Su lengua frotaba mi glande r pidamente, mientras el semen seguía
escap ndosele por la boca, resbalando por su cuello hasta sus pechos. Ella
se masturbaba salvajemente, empezando a gemir con mi pene en su boca, aumentando
mis sernsaciones. Yo pensé que se estaba corriendo y no pude contenerme.
Mi semen salió a borbotones, llenando su boca. Ella se la sacó
y mis chorros saltaron hacia su cara y sus tetas. Cuando recobré
el aliento, me dí cuenta que el otro tío seguía pegado
a nosotros mirando con cara de alucinado. Ella, sin decir nada, se levantó
y se limpíó con papel higiénico. Se vistió
y me dijo que la esperara fuera. Salió con toda la tranquilidad
del mundo, sin mirar al otro, y se dirigió al baño de tías.
Cuando salió, totalamente arreglada, se acercó a mí.
Obsevé que llevaba algo en la mano que me ofrecía con una
sonrisa. Eran sus braguitas que noté húmedas cuando las cogí.
Entré con la prenda en la mano y ví que estaba el tío
que había participado en nuestro encuentro lav ndose la cara. El
paró mirándome fijamente, sin decir nada. Voví a sentir
excitación y sin mirarle me dirigí al compartimento. Sin
cerrar la puerta comencé a desnudarme de cintura para abajo. El
se acercó y me miraba descaradamente.Cuando comencé a bajarme
el calzoncillo mi pene volvía a estar grande, aunque no erecto del
todo. Tomé las braguitas. Me las puse, aunque mi polla quería
escaparse por los encajes femeninos. El tío se estaba estrujando
la polla por encima del pantalón. Acabé de vestirme y salí
a toda prisa sin mirar atrás. |