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Una noche con  Rosa

Un día de verano me decidí a comentarle todo lo que pensaba sobre ella, somos grandes amigos, y quizás por eso nunca tuve el valor suficiente para decirle todo lo que realmente sentía por ella .

Rosa es una chica preciosa, rubia, un cuerpazo, agradable, simpática... en fín una monada de niña, pero mis sentimientos eran enormes y no podía contenerme, así que decidido la llamé por teléfono y la invité a salir conmigo, ella se alegró muchísimo al oir mi voz ya que nuestra amistad era como si fuéramos hermanos y llevábamos muchísimo tiempo sin vernos, todo era perfecto, porfín esa noche de verano me atrevería a decirle lo mucho que me gustaba .

Recuerdo que nos habíamos citado en un pub de Premia de Mar, un pueblito cercano a nuestra ciudad donde ella veraneaba, había estado esperando con Ivan ( mi mejor amigo ) más de media hora, pensaba ya que no se iba a presentar, pero derrepente, en un abrir y cerrar de ojos, la ví corriendo hacía mí gritando de alegría y abranzandome, yo sonreía y nos dimos dos besos enormes. Esto siempre me excitaba muchísimo, ya que siempre que nos dábamos dos besos para saludarnos o para despedirnos, siempre era lo mas cerca posible a los labios.

Yo no podía dejar de mirarla, estaba más guapa que nunca, llevaba un vestidito blanco muy ajustado que resaltaban sus tetitas pequeñas y a la vez puntiagudas y por supuesto lo que más me gustaba era ese estupendo culito .

Su bronceado era increible no era exagerado pero hacía todavía más maravillosas sus piernas largas y hermosas. Estuvimos hablando muchísimo tiempo hasta que decidimos irnos a Sabor, un local donde lo único que suena son merengues, salsa y música de este estilo, nos lo estábamos pasando genial, yo había estado bailando con ella desde que entramos y cada vez me ponía mas caliente, estabamos siempre lo más pegados posible, yo no resistía mi erección y ella parecía que se reía de mí, ya que mientras más la notaba más se arrimaba, no aguanté más, no lo soportaba, así que salí con ella y nos fuimos a la playa, le dije todo lo que sentía por ella y sin oir respuesta alguna me besó, me cogió de la mano y me llevó a la casa de sus abuelos, donde por supuesto no se encontraba ninguno de sus familiares. Entramos a su habitación y la besé en los labios, sentía nuestras lenguas calientes juntándose, era el mejor momento de mi vida, mi sueño se había cumplido, y tenía que aprovecharlo, así que sin pensarlo comencé a manosear con firmeza sus nalgas, sobrepasando un dedo de mi mano derecha por su raja, su vestidito cada vez se hacía más corto, y le empezé a acariciar sus firmes muslos, su aliento era muy caliente y ya comenzaba a susurrar, no estába acostumbrada al manoseo, ya que con ningún chico había hecho absolutamente nada, acaricié su espalda con ternura y recorriendo su cuello con mis labios conseguí desabrocarle su vestido, Rosa parecía estar asustada por encontrarse en ropa interior ante mí, yo no dudé y le desabroché su sujetador en un segundo, ella ahora parecía incómoda y avergonzada, se pusó colorada y eso me excitó todavía más, la acosté en la cama, le quité sus sandalias y comencé a besarle todos los dedos de sus pies con mucha calma, quería relajarla, hacerla mía y ahora no se me podía escapar, ya que la tenía unicamente con unas braguitas en forma de tanga y posada sobre la cama que ella me ofreció . 

Besaba la planta de sus pies, sus dedos sus talones, sus piernas, sus muslos, me estaba volviendo loco, me recosté a su lado y la besé denuevo en los labios, acariciando su rubia melena y sin olvidarme de su hermoso trasero, la giré y la puse boca ababajo, besé su espalda, su cuello, sus hombros, hundí mi lengua en su oreja, le susurré varias veces te quiero y por fín le despojé de su tanga. El corazón me latía rapidísimo al ver su culito, era muy bello y lo acaricié durante casi diez minutos, era increíble, con dulzura lo chupeteé y lo besé completamente todo, abrí sus nalgas y viendo ese anito tan pequeño y arrugado metí mi lengua, me la follé con la boca, ella suspiraba con fuerza, se inclinaba mucho para notar todavía más mi lengua pero sin saber porqué se apartó y comenzó a desnudarme, yo le ayudé y bajé la bragueta de mis pantalones, mi polla saltó como un resorte y ella sin dudarlo se la metió en la boca suavemente, succionandolo al completó, me besaba los testículos, los recorría con su lengua, me masturbaba con mucha suavidad rodeando los bordes de mi glande con su lengua, parecía encantarle y disfrutar con el, jugaba con mi polla como una niña pequeña, yo no soportaba tanto placer y me iba a correr en sus labios, pero ella debió darse cuenta y se detuvo, vino a besarme y agarrando mi polla con sus dos manos la frotó contra sus muslos llevandolá hacía su húmeda concha, quería follarme, pero no se lo permití, así que la recosté en la cama y comencé a besarle sus muslos, subiendo hasta su coño .

Introduje mi lengua dentro de él y comence a jugar con su clitoris, ella se volvía loca, notaba como con sus manos me tiraba del pelo hasta que se produjo un grito de placer y sus brazos quedaron totalmente desvalídos, en ese momento decidí follarmela y la embestí lo más hondo posible, ella chilló y chilló pero no resistía pedirme más, era increíble esa sensación, sus gritos se transformaban en gemidos y el dolor ahora era placer. Podía hacer con Rosa lo que quisiera, ella estaba completamente entregada a mí, y así lo hice, la puse como siempre había soñado, a cuatro patas, parecía una modelo, estaba cachondísima, la agarré por la cintura para que no se moviera y se la metí hasta adentro, volvía gritar, no tenía fuerza, quedó rendida para mí, y follandomela como se merecía azotaba sus nalgas con mucha rapidez hasta que le dejé marcada mi mano, era la postura que más me gustaba y con la visión de su espalda y esa cinturita arqueada entregada a mí comencé a rozar mi miembro entre sus redondas nalgas, verlo me excitaba tanto que mi vista casi se nublaba, palpando su culo pequeño e inmaculado. La balanceaba y negaba a su vista sus delicias, con delicadeza la incliné todavía un poco más, quedando a mi vista su pequeño agujerito, era minúsculo, casi del color de su piel bronceada, solo apenas mas claro, rosado, supe que le haria daño, mi tamaño era demasiado para esa delicadeza, así que nuevamente lubriqué mi miembro contra su ensalibado ano, rozando la punta de mi polla, así que abrí sus nalgas con mis dos manos y escuché como me decía que no quería por detrás, se la intenté arrastrar sin contemplaciones, pero su rugoso agujerito no aceptaba el diámetro de mi glande, así que la tomé por sus brazos, los crucé en su espalda, y con mi mano izquierda los sujete contra su cintura presionando hacia abajo, inmovilizandola momentaneamente, con mi mano derecha sujeté mi erecta polla y la clavé con violencia, sentí un grito enorme, la desgarré sin compasión, se la incrusté completamente toda, arrastrandole mi miembro por todo su ano, no paraba de metersela, la follaba con mucha velocidad y su ahogado llanto se estaba transformando en súplica .

Sabía que esta era la mejor forma de poseerla y me encantaba la sensación de su sfinter aprentando mi verga, la estuve embistiendo durante bastante tiempo, hasta que decidí sacársela, cosa que le relajó bastante, pero casi al instante empuje nuevamente invadiendo su interior, era increiblemente estrecho , increiblemente calido, increiblemente placentero, nuevamente grito, la estaba deshaciendo, no podía aguantar más y me corrí dentro de su tan deseado trasero. Ahora si gritó, empujaba hacia atrás y parecía gustarle más que a mí ya que ella era la que ahora se follaba mi polla en esa posición de cuatro patas, le invadí con mi leche todo su ensanchado agujerito y giro para volvermela a comer, se la tragaba toda, lamía mis huevos, rodeaba los bordes de mi endurecido rabo y parecía una fiera apretandome las nalgas, y la iba a seguir follando, me acosté en su cama boca arriba y posé su espalda sobre mi pecho, ella giraba al máximo su cabeza para besarme y así lo hicimos durante bastante rato hasta que se me escapó la verga y la rocé contra su raja, ella apoyó sus pies en mis muslos y arqueó la cintura para que le volviera a dar por detrás, cosa que hice al instante y viole a su culo ahora con violencia y parsimonia, disfrutando del placer que me proporcionaba ese anito, Rosa solo disfrutaba y me pedía más y más, suplicandome que no parara, así que sin sacar el rabo de su culito la giré y mientras ella sujetaba el muslo de su pierna elevada yo la masturbaba y se la metía sin piedad hasta que volvimos a corrernos.

No acabó todo ahí y cuando la encontré completamente rendida y sin fuerzas me levanté de la cama, posé sus tobillos sobre mis hombros y me la seguí follando, podía ver su cara de inocencia y de placer, me inclinaba un poco y se la metía completamente, así estuvimos mucho tiempo, hasta que me agoté. Decidimos dormirnos y tuve fuerzas y sobretodo muchísimas ganas de volvermela a follar y lo hice de la forma más clásica, ella abrió su piernas y yo la penetré hasta que nos quedamos dormidos. A la mañana siguiente me desperté y Rosa me tenía el almuerzo preparado, lucía un camisón blanco muy provocativo y antes de que le dijera nada se tiró encima mío, me besó y me hizo una mamada que nunca podré olvidar, así estuvimos follando todo el día, cosa que repetimos muy a menudo.


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