-¿Lista?
¡Qué pregunta más tonta! Yo me encontraba lista desde hace rato, cuando me puse a gatas.
-¡Ay, sí, sí!, ¡Dale, cógeme ya, culéame!
Y al mismo tiempo que estrujaba mis bustos entre sus dedos, el pene entraba y salía tempestuosamente una y otra vez de mi cuenca anal. En tanto yo pujaba apretando y aflojando el ano tratando de que aquel entrara lo más profundo que pudiera, que invadiera todo mi colon si fuese posible por ver hasta donde me llevaba el placer.
Parecía que el Negro también se había propuesto desgarrarme los intestinos, pues las arremetidas eran violentas y aunque yo estaba conciente que me estaba descomponiendo en gritos desesperados, mi recto se reordenaba con una pasmosa elasticidad a la forma de la verga y ello, eventualmente me llevó a un orgasmo aterrador, espasmódico, como pocas veces he sentido uno.
-¡¡Voy a terminar!! -gritó el Negro casi al mismo tiempo con un agudo gesto de desesperación. Y sacó su pene de mi ano y empezando a exprimirlo sobre mi espalda.
Pero yo no estaba dispuesta que terminara sobre mí. Yo quería que su líquido ardiente se volcara dentro de mi recto, quería sentir lo caliente del semen quemar mis entrañas. ¡Qué chiste que después de tanto dolor me negara ese placer. Como pude, lo halé e hice que el miembro se encajara de nuevo en mi culo casi al mismo tiempo que su miembro derramaba cantidades enormes de semen.
¡Qué sensación tan rica sentí cuando el líquido hirviente inundó mi recto!
El esfuerzo que habíamos hecho fue de tal magnitud que caímos sobre la cama, el Negro encima mío, sin querer ambos que el miembro se saliera de su sitio. Fue poco tiempo después, cuando ya estaba casi flácido, que el chico lo sacó.
Pensé que con aquello ya estaba saciada, pero de nuevo unas cosquillitas empezaron a hacer brotar el deseo dentro de mi recto, que no tuve más remedio que decirle al Negro, mientras me colocaba en cuatro puntos de nuevo:
-Otra vez, Negro. ¡Cogeme de nuevo por el culo, hasta que me salga por la garganta..!
Autor: francisco_jose_2002ar@yahoo.com.ar